martes, 12 de marzo de 2013

Irlanda.

Todavía recuerdo ese día; tu mirada profunda y azul como el mar, tu piel como porcelana con todas esas pecas que te caracterizan, ese cabello tan negro y tu voz ronca que nunca saldrá de mi cabeza.
Era una mañana fría tan fría que te calaba los huesos o en otras palabras "perfecta para tomar café" (como tu decías), no recuerdo muchos momentos en mi vida pero este día no deja de rondar en mi memoria, desperté esa mañana con el deseo de quedarme todo el día dentro de mi habitación pero por una razón inexplicable salí muy temprano (a mis padres no les interesa a donde voy en este punto de mi vida, creo que ya los he impresionado lo suficiente), salí a caminar para despejar mi mente, el escuchar música es una de las formas más puras de limpiar el alma a mi parecer y de igual manera una de las formas más puras de oscurecerla, caminé por toda la pequeña ciudad hasta llegar a un café (esté se convirtió en el mejor café que he probado), ahí es donde te vi, eras tan diferente a todos con ese aire de intelectual desinteresado, me senté con mi café unas mesas más lejos de ti, te veía leer tan concentrado ese libro de tapa dura que parecía interminable, me miraste con esos ojos azules que solo tu poseías; tan intensa era tu mirada que pude sentir en el momento que me miraste que podías ver mi alma, que podías descubrir el misterio en mí, algo de eso me asustó; me dejaste de mirar tomaste tu bolso, tu abrigo y simplemente te fuiste.
Después de tomarme el café, tome mi bolso y me fui, seguí caminando viendo las vitrinas hasta llegar a una tienda de música a la que entré, y ahí estabas tú, revise la tienda hasta llegar a una pintura, eran colores mezclados, azul en diferentes tonos, verdes oscuros, negro, una gama de grises y un hermoso color verde esmeralda, todos formando una gran flor, me volteo y ya no estas. Salí de la tienda y ahí estabas tú, apoyado en la pared de la tienda, fumando lo que parecía un cigarro artesanal.
¿A donde vas?- preguntaste con un tono de voz como si me conocieras desde hace ya muchos años- Solo... solo estoy caminando- dije intentando responder algo que sonara coherente- ¿Puedo acompañarte a solo caminar?-preguntaste muy seguro, creo que en ese momento mi corazón latía a mil por hora- Por supuesto, sería un honor - dije decidida, intentando a la vez romper el hielo.
Caminamos varias horas, hablando de cosas sin sentido como el significado de ciertas palabras y el porque de ciertas frases, caminamos hasta alejarnos de el pequeño pueblo, llegando a la carretera nos adentramos en un bosque en donde llegamos a un hermoso lugar a las orillas de un lago, donde pequeños rayos de sol salían desde las copas de los altos arboles, había ya ahí una manta, algunos libros, una pequeña almohada y una hermosa guitarra color madera claro, era de algún modo acogedor.
Es mi escondite -dijiste enseñándome el lugar- vengo aquí cuando quiero escapar de el ruido de la ciudad y de la gente, es un lugar tan callado y pacifico, es solo mio y ahora es también tuyo.
Hubo un silencio largo, simplemente era desconcertante el conocer a alguien hace solo unas hora y ya tenerle ese afecto que se le da solo a las personas que han sido parte de toda tu vida, confiaba en ti.
Ven aquí -dijiste rompiendo ese gran silencio- mira el lago, desde aquí se ve hermoso, se puede ver que es verdadero, que no hay más que esto, se pueden ver sus años y todas las historias que tiene para contar- hablabas como contando el mejor cuento de infancia- ¿Tienes hambre? -preguntaste dejando atrás las palabras de magia- Si, algo... -mentí mi estomago gruñía de hambre- Tengo más café y pasteles en mi bolso, ven siéntate -decías mientras yo caía ante tu ternura.
Comimos y reímos, simplemente ese había sido mi mejor almuerzo, terminamos de comer y el olor a café irlandés inundaba el lugar, la manta y los cojines. Me acuerdo totalmente de la canción que tocaste con esa antigua guitarra, era mi canción favorita y era exactamente lo que creo que sentíamos en ese momento, In my veins de Andrew Belle, fue un momento casi mágico.
¿Quieres? -preguntaste sacando uno de tus cigarros artesanales- Nunca e fumado... -dije totalmente nerviosa- Prueba, esto no tiene nada de nicotina, es solo tabaco puro y poco dañino -dijiste tratando de calmarme- Bueno..-Tosí como loca, desde ese día nunca más fume, pero el café irlandés fue mi vicio que no pude dejar- Jajaja, tranquila no todos son expertos a la primera vez - dijiste con el tono más tierno que había escuchado- Ven aquí, nunca te dejaré -dijiste abrasándome.
Ese abraso fue eterno, en ese momento juro que eramos eternos.

~Moon- "la primera vez que te vi no te conocí, te encontré"

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